En Perú, un país con una importante industria pesquera, el gobierno ha introducido leyes medioambientales que exigen a todas las firmas del sector de harinas de pescado un mejor tratamiento del efluente que generan. Así lo ha puesto en práctica con gran éxito la mayor compañía fabricante de harinas de pescado del mundo, Tecnología de Alimentos S.A. (TASA), con un decantador especial de GEA.
Los buques pesqueros descargan sus capturas directamente en las fábricas a través de largos tubos. El agua del mar se utiliza como medio de transporte. Cuando se bombea por los tubos, este agua de transporte se contamina con partículas y grasa de los peces. En las 17 fábricas de harina de pescado que TASA tiene en Perú, con una capacidad total aproximada de 250.000 toneladas anuales, produce entre 80 y 150 toneladas por hora.
Aproximadamente el triple de esa cantidad es el agua que se necesita para trasladar el pescado desde el buque hasta la fábrica. Ello equivale a bombear entre 250 y 450 m³/h en las distintas instalaciones de producción. Hasta hace unos años, esa agua bombeada, que contenía aceites, grasas y sólidos, se devolvía al mar sin tratar. A finales de 2007, TASA instaló en su emplazamiento de Pisco-Ica una planta de proceso con una capacidad de 140 toneladas de pescado diarias, cuyo principal objetivo era recuperar los aceites, grasas y sólidos del agua para continuar procesándolos durante la producción.
Para ello, el agua bombeada se deja flotar inicialmente en una unidad FAD (flotación por aire disuelto) y después se procesa mediante decantadores de tres etapas. Estas máquinas separan el agua de transporte en aceites y sólidos, que se pueden procesar más, así como el efluente.
El agua remanente tras este proceso de flotación inicial sigue conteniendo demasiados aceites y grasas (3.000-5.000 ppm) y sólidos (8.000-10.000 ppm), mientras que la nueva legislación peruana establece valores concretos de 1.500 ppm para aceites y grasas y de 2.500 ppm para sólidos en el sector de harinas de pescado. Sin embargo, eso no es suficiente y en cuatro años se rebajarán aún más estas cifras: 350 ppm (aceites y grasas) y 700 ppm (sólidos).
Con este fin, hacía falta una segunda unidad de flotación para el tratamiento adicional del efluente y su posterior clarificación mediante un decantador de dos etapas. El objetivo principal no es recuperar los aceites y las grasas, sino asegurarse de que la fase clarificada esté tan limpia como sea posible antes de devolverla al mar. Para ello, TASA utiliza decantadores con nueva tecnología de polímeros floculantes.
La mera introducción de la nueva tecnología ya permitió utilizar el decantador de dos etapas para esta aplicación. Con esta tecnología, la separación aumentó del 50%-60% al 95-98%. La solución funciona así: el nivel de líquido del decantador afecta al rendimiento de la clarificación. Esta denominada profundidad de estanque puede regularse mediante anillos de regulación en la descarga del líquido clarificado. Si se pretende conseguir un elevado grado de clarificación, hay que modificar la profundidad de estanque. Cuando se alcanza la profundidad de estanque óptima, disminuye la turbulencia de los sólidos sedimentados y mejora la aglomeración del aceite que aún queda en el efluente con los sólidos, así como el comportamiento de sedimentación de dichos sólidos.
Con el decantador instalado, TASA puede reciclar un resultante muy limpio en la segunda unidad FAD. En la práctica hay más requisitos legales de los que se han cumplido. Este procesamiento exhaustivo del agua de bombeo en la fábrica peruana de harinas de pescado puede aplicarse al sector mundial de harinas de pescado, sobre todo en Sudamérica y Asia, para minimizar los valores de descarga de efluente y preservar el océano, que es la base de la pesca y de la transformación del pescado. Se ha previsto realizar ensayos aún más exhaustivos con decantadores para seguir mejorando la clarificación durante la próxima temporada de pesca. Por unos océanos limpios.