La elección del huésped es crucial en función de los requisitos de la proteína. Las células de los mamíferos son las más utilizadas, porque sus modificaciones postraduccionales, como la glicosilación y la sililación, tienen mayores repercusiones en la farmacocinética y la eficiencia de la proteína.
Las células se cultivan mediante fermentación. Simultáneamente se desarrolla la cadena de ADN modificado, con el gen alterado y las sustancias para las que se codifica. Los productos celulares deseados pueden producirse de forma intracelular o extracelular.
Tras la fermentación, se extraen los microorganismos mediante separadores de funcionamiento continuo. Para aumentar el rendimiento, el material sólido se lava y se extrae mediante centrifugación. Las fases clarificadas de las dos etapas se mezclan y se utilizan en posteriores etapas del proceso. Todos los flujos de materiales resultantes de este proceso cerrado deben esterilizarse como mínimo a 121°C. Para simplificar el proceso todo lo posible, la biomasa se recolecta inmediatamente después de la fermentación, en el fermentador, mediante calor o métodos químicos. En este proceso se utilizan centrífugas totalmente cerradas y esterilizadas al vapor que se pueden conectar a otros equipos de forma estéril.
En los procesos intracelulares se diferencia si el producto deseado se encuentra en el líquido intracelular o en los denominados cuerpos de inclusión. En contraste con la bioproducción extracelular, la fase clarificada abandona el proceso en este punto y la biomasa se procesa.
La biomasa lavada y concentrada se homogeneiza, es decir, las células se descomponen y el líquido intracelular y los cuerpos de inclusión se liberan. Estos se separan de los fragmentos celulares, se lavan y se concentran en subsiguientes etapas del proceso con centrífugas. En el caso de los productos intracelulares obtenidos del líquido celular, los sólidos se extraen mediante separadores de funcionamiento continuo.
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