El dióxido de carbono (R744) tiene un ODP de cero, un GWP de uno y es virtualmente ilimitado. Además, es muy barato: muchos procesos industriales producen CO2 como subproducto. Es adecuado para sistemas de aire acondicionado compactos, almacenes de congelación y, por ejemplo, para la refrigeración de supermercados. Otro campo de aplicación son los sistemas en cascada para temperaturas bajo cero, donde los sistemas de amoníaco forman la primera etapa y los sistemas de CO2 la segunda.
En las últimas décadas, el dióxido de carbono se ha establecido como refrigerante principalmente en aplicaciones estacionarias, incluyendo la calefacción de agua caliente sanitaria, pero también puede utilizarse para el aire acondicionado móvil, la refrigeración o la calefacción en vehículos o en barcos. Debido a las altas presiones, los sistemas de refrigeración de CO2 son relativamente compactos y también pueden utilizarse para rangos de potencia más pequeños.
Qué se debe observar
Debido a las altas presiones que se requieren en los sistemas de refrigeración de CO2 (o en las bombas de calor), se requiere un diseño especial de los compresores y de todo el sistema de refrigeración. Además de los componentes resistentes a la presión, esto puede suponer un trabajo adicional para los sensores y la tecnología de control.
El efecto narcótico o asfixiante del CO2 juega un papel subordinado cuando se utiliza como refrigerante. Las cantidades de llenado son típicamente tan pequeñas que no se puede formar ninguna concentración letal en la sala (incluso en un centro técnico). Por ejemplo, la cantidad de llenado en Alemania está limitada a 0,07 kg/m³ según la norma DIN EN 378.