Litio: el combustible de la energía limpia
31 Aug 2020
El sector del transporte contribuye por sí solo con una cuarta parte de todas las emisiones de CO2 y depende en gran medida de los combustibles fósiles. No obstante, esto está cambiando gracias a la materia sólida más ligera del planeta, que incluso algunos llaman la “nueva gasolina”.
El litio es el metal blando de color blanco plata que se ha convertido en un componente crítico de cientos de aplicaciones, incluida la gran apuesta de la industria de automoción: el vehículo eléctrico (EV). Aunque los vehículos eléctricos existen desde hace bastante tiempo, gracias a los importantes avances en la tecnología de baterías de ion-litio ahora los vemos con mucha más frecuencia en la carretera. Estas baterías de alta tecnología tienen una mayor autonomía (de 160 to 500 km), son ligeras y se recargan rápidamente (incluso en 30 minutos con un super cargador), lo que representa un criterio clave para el comprador.
Y si echamos una mirada a los dispositivos y equipos que utilizamos a diario, veremos que las baterías de ion-litio energizan desde nuestros teléfonos móviles hasta nuestros ordenadores portátiles, cámaras digitales, taladros sin cables e incluso bicicletas eléctricas. También se utilizan para almacenar la energía eólica y solar, que elimina incluso más CO2 del medio ambiente.
La fiebre del oro del siglo XXI
El litio no existe como metal en la naturaleza, sino que se extrae de minerales ígneos, principalmente espodumena, o de masas de agua con un alto contenido salino o con depósitos de salmuera. Aunque no está clasificado como una materia prima “crítica”, el litio es un producto codiciado.
América Latina es el lugar del mundo con las mayores reservas. El “triángulo del litio”, que abarca territorios de Chile, Argentina y Bolivia, cuenta con entre un 54 y un 80 por ciento de las reservas mundiales de litio, gran parte en forma de salmueras. La extracción de salmuera es menos costosa que obtener el litio desde el mineral bruto, pero es un proceso largo que puede tardar hasta dos años debido a que necesita una fase de evaporación.
Australia, el mayor productor mundial, mantiene un segundo lugar en cuanto a reservas de este metal. En su mayor parte debe ser extraído del mineral triturado, y se transporta a China después del primer proceso de refinado para su posterior procesado. China también tiene sus propias reservas y está comprando los derechos de explotación de las minas de litio en otros países. En EE.UU., el litio se recupera de los grandes depósitos de salmuera que hay en el fondo del océano, sin que se haya divulgado la cantidad que produce. Zimbabue, y en menor medida Portugal y Brasil también están produciendo litio en menores cantidades.
¿Qué factores espolean la demanda?
La masiva demanda de litio se debe al incremento —que crecerá incluso más— de la producción y venta de vehículos eléctricos, dispositivos digitales y placas solares de uso doméstico, que necesitan baterías de ion-litio.
Se prevé que a nivel global aparezcan en 2020 más de 120 modelos de vehículos eléctricos en países como EE.UU., China, India y Noruega. Para poder fabricar sus sistemas de combustible, tanto China como EE.UU. han acelerado enormemente la producción de baterías de ion-litio, con China a la cabeza. En EE.UU., Tesla posee dos fábricas gigantescas de baterías y componentes para vehículos eléctricos, y está construyendo una tercera en China.
El confinamiento causado por la pandemia de COVID-19 ha causado una reducción global en las ventas de vehículos eléctricos, interrumpiendo diez años sucesivos de fuerte crecimiento. Dicho esto, la previsión a largo plazo muestra un fuerte crecimiento en la demanda de litio durante la próxima década, en base a que las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) de los vehículos eléctricos seguirán siendo inferiores a las de los vehículos con motor de combustión interna (ICE).
Desequilibrando la balanza
Los distintos compuestos de litio tienen un diferente uso final, y el litio tampoco es homogéneo como el aluminio, por ejemplo. Si a esto sumamos que es un mercado relativamente pequeño que está dominado por unos pocos actores, es difícil establecer un “precio” del litio y más complicado aún estabilizarlo, lo que complica la financiación segura de nuevos proyectos de extracción.
El acelerado incremento de su producción depende, en gran medida, de la mayor demanda de vehículos eléctricos. Esto, desde luego, requiere de la intervención del consumidor. Sin embargo, también exige convencer a otros elementos de la cadena —inversores, procesadores de productos químicos, fabricantes de baterías/cátodos, fabricantes de automóviles y políticos— que el suministro de litio de alta calidad permanecerá estable y asequible. Además, los vehículos eléctricos y las baterías de ion-litio tienen sus críticos, que apuntan a que aún falta una estructura para el reciclado de dichas baterías. Crear unas soluciones de economía circular para recuperar y reutilizar las baterías de ion-litio reforzaría el prestigio ecológico de esta tecnología y consolidaría su futuro.
Los vehículos eléctricos, por otra parte, tienen cada vez más aceptación, pues los problemas de seguridad, durabilidad y autonomía de las baterías están prácticamente resueltos. Las mejoras tecnologías combinadas, el gran número de modelos y la caída de los precios, mientras que aparecen cada vez más puntos de carga, sugieren que estamos ante un futuro más limpio y brillante.
