03 Aug 2023
Un fertilizante es cualquier material de origen natural o sintético que se aplica al suelo o a los tejidos vegetales para aportar nutrientes. Existen muchas fuentes de fertilizantes, tanto naturales como de producción industrial, y contienen tres macronutrientes principales: nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Los agricultores aplican estos fertilizantes de diversas formas: secos, granulados o líquidos, para mantener la fertilidad del suelo con nutrientes clave para el crecimiento de sus cultivos o asegurar el crecimiento de los pastos para alimentar al ganado.
En el ciclo de vida de los nutrientes agrícolas, el nitrógeno es un elemento clave. El nitrógeno constituye casi el 80% de la atmósfera terrestre y es vital para la vida y el crecimiento en nuestro planeta. Como gas inofensivo e inerte, sienta las bases para las proteínas de nuestro organismo y contribuye a incrementar la calidad del suelo. Sin embargo, desde principios del siglo XX, han aumentado excesivamente los niveles de formas reactivas de nitrógeno que se liberan en el suelo, los cursos de agua y la atmósfera del planeta.
Los procesos químicos de fijación del nitrógeno condujeron a un aumento significativo del uso de fertilizantes nitrogenados en la segunda mitad del siglo XX (aumento del 800% entre 1961 y 2019) y han sido un componente crucial de la producción eficiente de los sistemas alimentarios convencionales (más del 30% per cápita). Pero existe un lado negativo, pues gran parte de este nitrógeno ‘añadido’ se pierde después y es necesario reponerlo.
Una investigación del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido muestra que, a lo largo de toda la cadena de valor ‘de la granja a la mesa’, el 80% del nitrógeno se desperdicia y se emite al medioambiente.1 Para que la agricultura sea más sostenible, reducir el desperdicio de nitrógeno y reciclar este valioso recurso se convierte en un objetivo fundamental. En total, se calcula que las tecnologías y prácticas eficientes en materia de gases de efecto invernadero podrían contribuir a una reducción del 20% de las emisiones en el sector agrícola para 2050.2 Y no tiene por qué ser difícil: acciones sencillas como poner una cubierta en las lagunas de estiércol, que impide que el amoníaco se pierda en la atmósfera, ya es una buena práctica agrícola en muchos países.
En una asociación exclusiva y estratégica a largo plazo con N2 Applied, con sede en Noruega, las dos empresas han colaborado para ofrecer una solución de procesado de estiércol para la industria láctea. La unidad GEA ProManure E2950 convierte el estiércol en fertilizante enriquecido y, al mismo tiempo, reduce las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la granja hasta en un 30%.
Adel Sharifi, Director Senior de Procesado de Estiércol en GEA, explica la funcionalidad del enriquecedor de estiércol. “La tecnología aumenta el sustrato orgánico con nitrógeno del aire, creando un fertilizante orgánico enriquecido con nitrógeno (NEO). El proceso de enriquecimiento también hace que el fertilizante sea ligeramente ácido, lo que detiene la formación y emisión de amoníaco (NH3) durante su almacenamiento y aplicación. También inhibe la formación de metano (CH4), lo que conlleva una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y evita la pérdida de carbono orgánico. Esto confiere al fertilizante NEO un gran potencial como solución medioambiental y económica para una agricultura sostenible”.
El enriquecedor de estiércol GEA ProManure E2950
Además, los datos de los últimos ensayos de rendimiento demuestran que el fertilizante NEO utiliza el nitrógeno con un 59% más de eficacia cuando se aplica a cultivos y pastos en comparación con los purines sin tratar. Esto significa que se retiene un nivel mucho mayor de nitrógeno dentro del purín tratado en lugar de lixiviarse a los suelos y a las vías fluviales. Estos resultados representan un avance significativo en términos de agricultura circular, subrayando el hecho de que la tecnología de tratamiento con plasma puede emplearse para producir material NEO in situ de forma viable y fiable. Además, esta innovadora tecnología de gestión del estiércol da lugar a cadenas de valor más cortas y reduce la necesidad de fertilizantes químicos basados en combustibles fósiles.
El ganadero Neil Dyson, de la granja Holly Green de Buckinghamshire (Reino Unido), lleva dos años trabajando con el sistema y observa varias ventajas en NEO. “Trabajando con un rebaño de 500 vacas, la nueva tecnología permite un uso más eficaz de los purines. Antes teníamos que tirarlo; ahora, sin embargo, puedo aprovecharlo mucho mejor y aplicarlo a campos que antes no eran aptos para la agricultura”, afirma.
Otro reto al que se enfrentan los agricultores como Neil es la necesidad de aplicar estiércol en campos cercanos a viviendas residenciales. ¡El olor puede ser desagradable! Sin embargo, los purines NEO tratados no tienen olor, pero duplican la cantidad de nitrógeno. Por lo tanto, se necesita menos purines para lograr el mismo resultado.
La hija de Neil, Susannah, y su yerno, Adam, también forman parte del negocio familiar y seguirán gestionando la explotación en el futuro. El tratamiento de los purines le ayuda a cumplir la normativa medioambiental, aprovechar al máximo el estiércol y mantener a raya el uso de fertilizantes químicos. El funcionamiento del sistema con energía solar también contribuye a la credencial de sostenibilidad de la granja Holly Green.
La familia Dyson: una próxima generación de agricultores
“Si diriges una granja familiar con más de 100 años de historia, piensas y planificas a largo plazo. Como agricultora de la próxima generación, la sostenibilidad es fundamental”, añade Neil. Está convencida de que las eficaces soluciones de GEA le permitirán continuar con su ganadería lechera de forma ecológica, flexible y respetuosa con los animales.
La granja Holly Green (Buckinghamshire, Reino Unido) hace más sostenible la ganadería lechera utilizando fertilizantes bajos en carbono